La ‘deslocalización industrial’ significó un cambio brusco
en la evolución del sector industrial a nivel europeo, pero no así en la
evolución del consumo de bienes materiales. Además, se expandieron técnicas
como la ‘obsolescencia programada’ para propiciar un ciclo del consumo más
rápido.
Hay quien argumenta que esto favorece el desarrollo de los
países que ahora poseen esas industrias, pero si analizamos detenidamente el
motivo del cambio de localización, sabremos que el propósito de tal
acontecimiento fue debido a una búsqueda de un menor gasto en la producción, lo
que se conoce como gastos en mano de obra. Entonces, lógicamente, si se produce
un incremento en el nivel de vida en tal zona, la industria partirá en busca de
otra zona donde ahorrar en la producción. Las ganancias deben ser crecientes.
Cabe preguntarnos entonces, si consumimos más y tenemos
menos personas produciendo bienes materiales, entonces la tecnología habrá
avanzado lo suficientemente rápido para que, en sus economías de escala, sea
capaz de reponer esa producción perdida (por haber menos personas). No, la
respuesta es tajante. Haciendo un ejercicio rápido de análisis, sabemos que
nuestros abuelos vivían de lo que se producía en el país, igual que ocurría en
todo el mundo. Tras lo que llamamos globalización, comemos la comida de Brasil,
vestimos lo que se produce en Taiwan, chateamos con ordenadores hechos en
India, hablamos por el móvil que está fabricado con el coltán de las minas del
Congo, la gasolina fabricada con el petróleo de Nigeria o caminamos con zapatos
hechos en China.
¿Será entonces que en esos países consumen
lo que se produce en occidente también? Analicemos detenidamente qué se produce
aquí. Producimos automóviles que obviamente se consumen en Europa, electrónica
e informática que también se consumen aquí, refinamos el petróleo que compramos
en los países del Sur para consumir nosotros mismos, producimos viviendas en
España y lo más sangrante, producimosarmamento, que sí que se consume en el Sur (Conferencia de Arcadi Oliveres,
“El origen de las migraciones modernas”).
¿Será pues otro sector el que se encargue de exportar a
aquellos países que tanto nos aportan? Tampoco. El sector servicios, ni que
decir tiene que se produce y consume en el mismo lugar (casi en su totalidad).
Y el sector primario ocupa, solamente, el 4.5% de la población activa (Figura
de la derecha).
De este breve análisis que podemos concluir, se produce en
el sur, se consume en el norte. Nuestro nivel de vida supone la explotación del
sur. ¿Qué podemos hacer? Primeramente saberlo. Luego transmitirlo y cuando
podamos, hacer algo.